Pabel, el vendedor de libros

Cuarenta años que me dedico a la venta de libros. Nací en Lima y desde 1995 estoy en Huánuco. Llegue por un amigo que me dijo que aquí mi negocio tendría acogida. Desde aquella vez no me muevo de Huánuco. Es como si fuera mi propia tierra. Tengo cuatro hijos y mi esposa es de Tarapoto. Ella se llama Leticia Panduro Rengifo. 

 

En la selva estuve durante 8 años. En Huánuco comencé a vender libros cerca del puente San Sebastián, por el lado de Amarilis, ahora lo hago a un costado de la puerta de ingreso a la Universidad Nacional Hermilio Valdizán. También voy a vender a Pasco. Hace mucho frío, pero hay venta, un poco más que en Huánuco.

Mi nombre es Pabel Valencia Fernández, tengo 63 años, y vendo libros nuevos pero también de segunda y tercera mano. Libro de viejo, le dicen. Comencé vendiendo en las librerías del centro de Lima, hace cuatro décadas. Por aquellos años había muchos lectores, no había internet y pocos televisores. Vuelvo a Lima cuando necesito renovar mi stock. Allí los adquiero, pero aquí también; muchas personas me traen sus libros y los rematan a precios ínfimos. Son gente que tiene una gran necesidad o simplemente quieren tener algo de plata en el bolsillo y nos les interesan los libros.

En la Unheval vendo desde hace cinco años. Los jóvenes leen y me compran. No es mucho, pero sí compran. Los libros que más salen son de derecho, de política, de sociología; también libros para escolares y obras literarias. Cada día llego con mis costales, armo mi plataforma casi a ras del suelo y tiendo los volúmenes. Aquí en la Unheval ya formo parte de su paisaje. Los universitarios siempre me ven, los que venden otros productos también. Este es mi modo de vida. Los libros y yo estamos unidos. Somos uno solo. 

Fuente: Valentín Sánchez Daza