Angelina, una flor que va marchitando


Los gorriones y zorzales ya no tienen sueño, se despiertan muy de madrugada, a eso de las cuatro la mañana ya están de pie, cantando en coro el despertar en los andes. Los niños duermen todavía acurrucados en sus camas de paja;  Angelina se despierta, se levanta, tiene la cara de moretones, es su marido seguramente  que le ha hecho eso dice margarita, la hermana menor de Angelina que también ya está en la cocina.

Lo cierto es que el esposo en la noche llegó borracho, la golpeó sin razón. En la sierra dicen, es costumbre que para tener bien sujeta a las mujeres, hay que tenerla a punta de golpes así a ellas no se les ocurre engañarte, mientras más le pegas más te quieren, dice el abuelo Gregorio quien a esa hora ya está despierto “chacchando” desde muy temprano, al parecer hoy tendrá un día agotador por eso se está drogando.

El sol ya se avecina, en la pequeña radio grabadora se escuchan huaynitos, huaynos que endiosan a la cerveza, cerveza que para muchos es alivio a sus pesares.  Por encima del tejado el humo ya se esfuma, el desayuno está servido, todos se sientan, los pequeños se levantan muy contentos pero de pronto al ver a la madre con huella de golpes se entristecen y el desayuno más parece un funeral.

Angelina mira el calendario, es ocho de marzo, se recuerda que ese día le toca ir a la ciudad a hacer las compras pero en esas condiciones no piensa ir; así es la vida pero al menos mi esposo me mantiene dice Angelina muy resignada. Santiago el esposo se levanta, aún está con la resaca producto del alcohol, calladito se va  a la cocina; ya los niños sin decir nada se van a su pequeña escuela que está a una hora de su casa, en el camino los pequeños indignados solo atinan en decir que cuando sean grandes ellos no golpearan a su mujer.

Cuando el reloj marca las ocho Angelina ya está regresando de las altas praderas en donde llevó a sus vacas y borregos, en el camino se encuentra con su vecina Amalia, una muchachita de 15 años que ya es madre, se saludan y cada una sigue su camino, mientras Santiago y el abuelo Gregorio en la chacra ya están trabajando, Santiago no tiene ni el más mínimo remordimiento del atentado que ha cometido contra su esposa.

Cuando el sol ingresa a la etapa en su adolescencia nuevamente el humo libre y muy contento se esparce entre el viento y el cielo, Angelina está cocinando el almuerzo mientras cuida a su “wawa”, una pequeñita de tan solo 3 meses de nacida. A medio día se le ve en la chacra, ya llevó la comida y luego muy rápidamente emprende el retorno a su casa llevando entre sus hombros a su “wawa”.

Mi abuela es la “chacha” Leonisa, la visité, le llevé las frutas que más le gusta, ella vive casi cerca a la casa de Angelina, mientras voy conversando con mi “chacha”, ella me cuenta sobre Angelina, me dice, esa niña hermosa que estudió contigo la primaria sufre mucho en su hogar, no falta una semana en que su esposo la golpee, tan joven y ya ha parido tres hijos, tan joven pero por los golpes que recibe parece una cincuentona.

Oh casualidad, en el camino me encuentro con Angelina, feliz día pues Angelina y le regalo un abrazo, ella rápidamente se zafa y me increpa que hoy no es su cumpleaños, pero le respondo que hoy es ocho de marzo, el día internacional de la mujer, eso no ha llegado acá aún me dice, su carita que era color de azucena se ve hoy distinta, parece que esa azucena marchitó, rápidamente sin decir nada se marcha a su vivienda y yo entre pesares voy diciéndome: “allá en la ciudad en la oficina hoy vamos a celebrarle su día a las mujeres, esas mujeres que trabajan con nosotros pero aquí en el campo las mujeres aún no saben, no conocen que tienen derechos, es más ni saben que un ocho de marzo en el mundo se recuerda su día, parece que ellas vivieran en siglos anteriores”. Mientras voy pensando algunas gotas de lluvia ya se sienten venir. 

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