El Muru Raymi Y El Festival De La Agrobiodiversidad En El Perú



En las épocas en donde los incas dominaron los territorios del imperio del Tahuantinsuyo, una de las principales actividades fue la agricultura, pero ésta no era solamente una mera actividad económica, sino que bajo la cosmovisión andina, el hombre y la “pachamama” tenían una estrecha relación, por ello es que desarrollaron una serie de “raymis” (fiestas y rituales) que se realizaban desde el muruy (sembrio) hasta el aymuray (cosecha), terminando con el “inti Raymi” o fiesta del sol, en agradecimiento por las abundantes cosechas. 

Los incas y todos los pueblos que pertenecían al Tahuantinsuyo, lograron domesticar y aclimatar un sin fin de productos en diversas condiciones, incluso de manera asombrosa, convirtieron el regazo de las montañas en preciosos y coloridos andenes que hasta hoy sorprenden al mundo. Los productos más conocidos que cultivaron los incas son la papa, el olluco, la mashua, la oca, el maíz, la diversa variedad de ajíes, y la quinua, etc. Según relata el cronista Guaman Poma de Ayala, después de la llegada de los españoles a tierras incaicas, los pueblos andinos, a escondidas, todavía continuaron realizando sus festividades y rituales de siembra, cultivo y cosecha de productos. 

El “Muru Raymi” 
Hoy mucho tiempo después, todavía hay comunidades en el Perú que practican aquellas costumbres y tradiciones propias de sus antecesores. Ello podemos encontrar en las comunidades campesinas del distrito de Quichqui, en la región Huánuco. Si uno pregunta por el significado de “Quichqui”, los más ancianos de esta comunidad, rápidamente nos responden diciendo que significa estrecho, en referencia a lo angosto y estrecho de sus valles. 

Las comunidades de este distrito, cada año en el mes de junio, organizan la más grande fiesta de las semillas y la biodiversidad, denominado “Muru Raymi”, y a donde se dan cita, varones y mujeres de diferentes zonas, quienes cargando sus mejores semillas se reúnen en Huancapallac (ciudad capital de Quichqui). 

El domingo 17 de junio en la XVII edición de esta ceremonia, la plaza de
Huancapallac amanece de fiesta, y es que es impresionante observar la gran variedad y diversidad de semillas, colores y formas que se puede exponer como fruto de la bendita “pachamama”. Uno queda maravillado y en la feria no sabe por donde iniciar, porque todo es extraordinario. Mazorcas de maíz con granos peculiares y colores propios, ollucos rosados y morados, pintados caprichosamente por la naturaleza. A una variedad de olluco lo llaman "olluco sarampión", y es que pareciese que ese producto tuviese sarampión por las manchas que se visualizan. 

También se distingue la mashua negra, llamado el “oro negro de los andes”, por sus valiosísimos componentes medicinales, así como también las otras variedades de mashua de tamaños y figuras peculiares, unas que parecen manos, otras que parecen serpientes. De igual forma la oca en diferentes presentaciones. El llacón o yacón, tan dulce como fresco, y que también sirve para combatir el colesterol y la diabetes. Asimismo, es impresionante observar una arracacha de más de 10 kilos, que tiene altos nutrientes en vitamina A. Entre otros productos nativos que se exponen, podemos encontrar: Tarwi o chocho, pajuro, variedades nativas de habas, ajíes, calabazas. Frutos como la granadilla, maracuyá, lima, lúcuma, zarzamora, aguaymanto, tomatillo, curuba, maíz, entre otros. 

Las legumbres se exhiben generando una sinfonía de colores, y ciertamente muy poco de esas variedades llegan a los mercados de las ciudades. Caballero grande, mediano, hasta señorita. Cebra, codorniz, capsula, cuchi riñón, pepino, charoláis, panamito, ojo de conejo, son algunos de los nombres de las legumbres que se exponen en esta fiesta. 

La papa, la reina del Muru Raymi 



Hasta el universal poeta chileno, Pablo Neruda, se refirió: “te llamas papa y no patata, no naciste castellana: eres oscura como nuestra piel, somos americanos. Papa, somos indios”. Indiscutiblemente en el Muru Raymi, la engalanada es la papa. 

Don Miguel, nos dice que viene de las alturas de la comunidad de Montevideo, a sus 80 años, señala que aún sigue utilizando la chaquitaclla (herramienta inca para abrir la tierra), y se emociona y suelta carcajadas cuando le respondemos en quechua “Jam canqui musuniraj”; es decir, que se parece a un joven, porque indiscutible y francamente parece de menos edad. Se le observa con una bolsa de tejido en la mano, que obviamente contiene coca, y mientras nos comenta sus hazañas pasadas, se pone a “chacchar”. Pero su rostro se llena de indignación cuando nos habla del presente, y es que señala que los políticos son un lastre para el Perú. 

Don Miguel nos muestra las diferentes variedades de papa que ha traído, y es que es impresionante, porque quienes raramente salen de la ciudad, seguramente conocen a lo mucho, 4 variedades de papa. En el Muru Raymi, los campesinos exhiben cerca de 600 variedades de papa, de los más de 3 mil variedades que hay en el Perú. 

Una variedad de papa en particular nos llama la atención, es la “piñapapa” o “papa piña”, cuyo nombre original es “Papa Llumchuwagachij”, que traducido quiere decir “la papa que hace llorar a la nuera”; y es que antiguamente las señoritas que deseaban ser nueras, tenían que pasar la prueba de pelar esa papa, sin dejar ningún rastro de la cáscara, pero por la forma que tiene la papa, era imposible que se pueda pelar completamente, quizá por ello es que al no lograrlo, las infortunadas señoritas, desconsoladamente se ponían a llorar. 


Para terminar el Muru Raymi, una de las actividades principales, es el trueque o intercambio de semillas que realizan los campesinos, en medio de danzas costumbristas. Cada uno de ellos toman semillas que les falta, y a cambio ofrecen lo suyo. Nadie sale descontento, ya que todos intercambian productos y semillas. 



Cabe señalar que, en el sembrío de estos productos, los campesinos solamente utilizan abonos y fertilizantes orgánicos, y su fin no es necesariamente comercial, por ello es que muchos de estos productos difícilmente se podrán encontrar en los supermercados de las ciudades. Aunque promover el consumo de productos orgánicos, preservando el sembrío y cultivo ancestral, debería ser más común en este país de todas las semillas.

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